martes, 4 de abril de 2017

¿ESTÁS SEGURO QUE ERES UN VERDADERO CRISTIANO? ¿EN QUÉ TE BASAS?

ANUNCIO: Este articulo es el inicio de una serie especial y es ajeno a la serie ''Más que una opinión''. Está dirigido a los que se dicen cristianos, pero ¿lo son?


¿ESTÁS SEGURO QUE ERES UN VERDADERO CRISTIANO?

Hoy día, se ha trivializado el cristianismo y cualquiera que apele a la moralidad cree que es sinónimo de ser un cristiano. Muchos pueden identificarse con los beneficios que tiene ser Hijo de Dios, pero no conocen la verdadera definición. Miles pueden recitar versículos y hacer una narrativa acerca de lo que creen es el Evangelio, pero pocos exhiben los frutos que caracterizan a un verdadero seguidor de Jesús. 

Muchos creen que ser cristiano se trata de cumplir con reglas, adaptarse a los principio de un libro, expresar amor colectivo, hacer el bien sin mirar a quién y ocuparse en el servicio dentro de un edificio que le llaman Iglesia, pero nada más lejos de la realidad. No se puede ser un verdadero creyente sin entender el Evangelio y sin que este cause el efecto adecuado. No se trata de respetar o de tener una buena opinión por Jesús, es algo mucho más trascendental. No se puede entender el Evangelio, sin conocer bíblicamente Quién y Cómo es el Dios de quien este Evangelio habla. 


Lamentablemente, la sociedad que vive de espaldas a Dios moldea nuestras vidas y nos otorga una cosmovisión no solo errada sino pecaminosa de la realidad, incluyendo lo relacionado a lo Espiritual y Religioso, algo que no nos hace víctimas del sistema, sino culpables por consentimiento.

 Cuando escuchamos por primera vez el Evangelio y no nos alarmamos, rechazándolo rotundamente o cayendo quebrantados en humillación, surge la indiferencia o la adulación ignorante. Creemos que se trata de algún grupo socio-religioso que desde una posición específica busca la paz de todos y se dedica a rescatar en Nombre de Dios a la pobre humanidad ciega y ajena a Su Voluntad. Entonces nuestra mente perversa y egoísta nos hace creer  que el Evangelio es por y acerca de nosotros. 

¡Muy en el fondo al  escuchar del Evangelio concluimos que era obvio que el Hijo de Dios tenía que morir en esa cruz a favor de pecadores! ¿Por qué no habría de hacerlo? Después de todo, ¿no es Dios amor y misericordia? ¿Qué Dios sería si no hubiese enviado El Salvador en rescate? ¡Cuanta ignorancia, y ni siquiera lo decimos en voz alta pero aun asi lo creemos!

La respuesta común es aplaudir a Cristo por tanto altruismo mostrado, dejar su trono y gloria para morir en una Cruz sustituyendo a humanos imperfectos que se equivocan más de lo que deberían, ¡qué gran ejemplo de misericordia y benevolencia! Concluimos con pesar que hay mucho que no debimos haber hecho, tantas faltas cometidas, debimos ser más caritativos, menos respondones, no haber mentido tanto, ni haber difundido chismes en ocasiones, cultivar buenos hábitos y ser mucho más agradecidos. Erramos al creer que ser pecador es cometer uno que otro error, o que el pecar nos vuelve pecadores ¡NO SOMOS PECADORES PORQUE PECAMOS, NOSOTROS PECAMOS PORQUE SOMOS PECADORES!  Recuerdos que avergüenzan nos mueven a la reflexión, y las emociones atraen un remordimiento vacio ¡Tambien deberiamos ser como Jesús! Y sin entender las razones, nuestro engañoso corazón nos lleva a hacer una conmovedora profesión de fe y aceptamos el ofrecimiento diligente de quienes nos predicaron haciendo énfasis en la incertidumbre del vivir y las repentinas muertes que han sorprendido a personas de todas las edades, en especial a los de nuestra generación, moviendo nuestras emociones al sobresalto y guiandonos a ''invitar a Jesús a nuestro corazón'' y a unirnos a su Iglesia. Nos muestran cómo leer la Biblia, a sacar reflexiones con principios religiosos y morales para llevarlas a cabo en el diario vivir junto con algunos hábitos espirituales, como oraciones caracterizadas por ser listas de peticiones y narraciones de asuntos personales a Dios, que evidencian el egocentrismo de nuestro corazón, nos inculcan la necesidad de asistir al Templo con frecuencia y a involucrarnos en buenas acciones de servicio que alegran a los miembros, pues el nuevo creyente está ''dando fruto'' y ''glorificando a Dios'' con su vida. Pasa el tiempo y ya hemos aprendido el lenguaje de ''bendición'', los nuevos hábitos se vuelven costumbres, crecen las responsabilidades en la Iglesia, nos piden enseñar en la Escuela Dominical o nos unimos al Grupo de Adoración y nos damos a conocer como un creyente maduro solo por estar ocupado y ''entregado'' en el Señor. Y... nos creemos cristianos. ¡Cuán lejos de la verdad!
A un Cristiano no lo hacen sus hábitos, la música que escucha, la ropa o el lenguaje que usa, tampoco el ocuparse en mero servicio, tener carisma para 'influenciar a otros a ser más ''morales'' y ''activos'' y ni siquiera recitar los hechos del Evangelio. Es acerca de algo externo a nosotros mismos. 

El Evangelio mismo no fue causado por nuestra dignidad humana, Dios NO envió a Su Hijo porque no soportaría vernos castigados en el infierno por la eternidad, fue por Él, por su Carácter, por Su propósito, por Su Gloria. Dios era infinitamente Misericordioso, Amoroso, Justo, Santo, Benévolo, Poderoso y Soberano desde antes de que hubiera una expresión de sus Atributos. 

El no creó el universo porque se aburrió y sintió solo, Él es perfectamente autosuficiente en Sí mismo. Designó un Plan increíblemente sabio y complejo para Su propia Gloria y para el beneficio de quienes crearía. 

Todo estaba listo, la historia de la humanidad había comenzado, entonces el Hombre pecó... ¿arruinando el plan de Dios? ¡NO! Dios nunca ha tenido un Plan B. El pecado del Hombre no escapaba de los designios de Dios. Por la Santidad de Dios del Edén fueron echados, con consecuencias universales fueron castigados pero el mensaje alentador había sido anunciado, lo que el Hombre perdió y envolvió en iniquidad se recuperaría por medio de una Simiente de Mujer que rescataria del horror a los elegidos por Dios. El tiempo avanzó, Dios anunciando por medio de Sus profetas señales que apuntaban al Cordero Inmolado que rescataria de la Ira de Dios a muchos. 

Contra Dios fue que se pecó, Él dictaría la sentencia por ser Justo en Su esencia... sin embargo, por Gracia, a Su Hijo eligió, para nacer de Mujer y llevar a cabo La Redención que por Gracia había decretado. 

Dios encarnado y hombre a la vez fue Jesús, el Mesías anunciado por profetas y odiado por el mundo, NO fue un simple Maestro, NO era un Sabio mas, NO fue un revolucionario social NO impartió sermones que elevaran el autoestima, NO se acomodó al sistema, NO fue moldeado por su cultura NI un Milagrero buscando fama era la Segunda Persona de la Trinidad pisando la vil tierra, el hecho más grande que dividió la historia en dos partes, vivió una vida PERFECTA y JAMÁS PECÓ, enfocado en su misión divina se dirigió voluntariamente a la Cruz. Todos los conflictos políticos y religiosos que causaron su crucifixión no escaparon a la Voluntad del Padre. Y el Hijo allí se encontraba, clavado con su consentimiento en un madero, un instrumento de castigo para delincuentes para los romanos y uno de maldición para los judíos, pero Dios utilizaría una aparente necedad para desplegar la más grande evidencia concedida a la humanidad de Su Infinita Sabiduría y Poder. 

En aquella Cruz, Dios cargó a su cuenta todos los pecados e iniquidades que cometieron multitudes y estaba recibiendo de parte del Padre la Ira que a esos muchos justamente les tocaba y colocó en su cuenta la Justicia que solo a Cristo pertenecía por haber cumplido sin falta la Ley de Dios. 

Recibió un castigo ajeno para salvar a quienes no lo merecían... y espiró. Resucitó al tercer día, ascendió al Trono y encargo que el mensaje de Redención fuera predicado, ordenando el ARREPENTIMIENTO y la FE demandada a toda la humanidad por ser rebeldes culpables. Todo el que atiende, por intervención del Espíritu Santo, a ese llamado es nacido de nuevo, y tiene el derecho de ser llamado Hijo de Dios. Y ahora que es Salvo y el Espíritu de Dios mora en él, le guía en su caminar para irlo conformando a la Imagen del Varón Perfecto Jesucristo, y encaminarlo a crecer en el conocimiento del Dios a quien pertenece. Cae y peca, puede atravesar etapas carnales, pero si Dios realmente es su Padre, terminara la obra que comenzó, hasta llevarlo a la Glorificación. El no va a confiar en su desempeño para ganar puntos con Dios, no va a descansar en su obediencia para alcanzar madurez espiritual, no se fiara de su teología como evidencia de santidad, su única jactancia es Cristo. Es su mayor tesoro. ESO ES UN CRISTIANO.


¡No quiero ser mal entendida, no es una crítica sarcástica de quien se cree espiritual solo por hacer un articulo religioso, estoy exponiendo lo que yo misma vivi! 

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